DESARROLLADORA: 4A Games
DISTRIBUIDORA: Deep Silver
VERSIONES: PC, PS3, Xbox 360
FECHA DE LANZAMIENTO: 17.05.2013
VERSIÓN ANALIZADA: PC
LA SAGA SE HACE GRANDE
Metro 2033 fue un juego hasta cierto punto contradictorio, se vendía como un fps al uso, casi como si de un Call of Duty se tratase, pero nada más lejos de la realidad. Bajo esa apariencia de mata-mata se escondía un título mucho más ambicioso que no todos supimos apreciar. La ambientación, extraída de la obra literaria de Dimitry Glujovski, fue trasladada al videojuego de una manera magistral, por el contrario como shooter me resultó bastante anodino. Los combates carecían de contundencia, y la rutina de impacto tampoco era para echar cohetes, así que una vez acabado lo rejugué cambiando el chip, intercalando las escenas de acción con momentos de sigilo y exploración. ¿El resultado? Una experiencia mucho más rica en todos los aspectos, y entonces sí, un auténtico juegazo. En este sentido Metro: Last Light ya me pilla "escarmentado", porque por mucho que la acción haya sido mejorada, que lo está, la obra de 4A Games sigue abogando por esa mezcla de tiros y sigilo que tan bien le sentó a su predecesor.
Al igual que en Metro 2033, uno de los puntos fuertes de su continuación, sino el mejor, recae en la ambientación. Volvemos a encontrarnos en esa claustrofóbica red de metro, último reducto de la humanidad que a duras penas sobrevive tras los devastadores efectos de un infierno nuclear. La acción nos pone de nuevo en la piel de Artyom, aquel joven inexperto que tras los acontecimientos vividos en Metro 2033, se ha convertido en todo un guerrero reconocido por sus habilidades. Su primera misión en La Órden es clara: capturar al Oscuro, una misteriosa criatura mutante que parece tener cierto vínculo con Artyom. Como podéis imaginar, esto es solo el comienzo de un largo camino que nos meterá en mitad de un conflicto entre las diferentes facciones del metro, y que nos enseñará lo mejor y lo peor de la raza humana... y de los mutantes que buscan alimentarse de todo lo que se mueva a su alrededor.
Last Light no se desmarca demasiado de lo que vimos en su predecesor, digamos que se trata de una secuela en toda regla que apuesta por el lema de "más y mejor", en mi opinión, de una manera muy acertada. Volvemos a encontrarnos con esa mezcla de juego de acción en primera persona con un fuerte componente de infiltración, en el que la ambientación lo es todo. De hecho hay algunas secuencias en las que hay poco, muy poco que hacer, salvo pasear por el entorno escuchando las gentes que nos rodean, con sus quejas e inquietudes. Merece mucho la pena oír de boca de los supervivientes todo lo que se cuece en la red de Metro, porque quien sabe, a lo mejor algún comentario te puede dar pistas sobre un destacamento de armas, o de alguna trampa fuertemente escondida, o simplemente para conocer mejor este fascinante universo ficticio.
Last Light sabe moverese muy bien "entre dos aguas", la de acción y la de infiltración. Los niveles por lo general son realmente cortos, están pensados para plantearnos un desafío más o menos complejo, que puede resolverse a base de tiros o bien pasando desapercibido. Si eres de gatillo fácil, inmediatamente notarás una notable mejoría respecto a su predecesor. La acción es mucho más fluida y dinámica, aunque por el contrario la munición ya no es tan escasa como en Metro 2033. Las máscaras anti radiación y el generador portátil que da energía a los cachibaches que llevamos siguen ahí, pero quizá se ha perdido parte de esa sensación de escasez de suministros, de supervivencia, que tan bien casaba con la ambientación. Si optas por la infiltración Last Light ofrece buenas maneras, pero el hecho de intentar hacerla lo más accesible posible, ha terminado yendo en su contra. La IA de los enemigos es absolutamente ridícula, puedes pasar a medio metro de su cara, que si estás en una sombra ni se enterarán, ya estés agachado o de pie pegando botes. Puedes dedicarte a apagar todas las bombillas del nivel que los soldados ni se inmutan, siguen sus rutinas como si nada salvo que encuentren un cadáver en su camino. El modo sigilo es un extremadamente irreal, y sobre todo, sencillo. Sin embargo cuando suena la alarma y los soldados comienzan a disparar, muestran un comportamiento un tanto más avispado, e incluso hacen gala de una visión sorprendente capaz de verte a través de ciertas coberturas. Vamos, que jugablemente hay un desequilibrio evidente que, por fortuna, no llega a arruinar la experiencia global.
Donde Metro: Last Light se desvela como una auténtica joya es en el apartado gráfico. Puede que exagere, pero no creo haber jugador a un título que ponga semejante carga visual en mi monitor, y además con un rendimiento bastante satisfactorio. Resulta impresionante entrar en una habitación y ver a 20 personajes estupendamente modelados y rodeados de un entorno sobrecargado de detalles, sin que la tasa de frames apenas se resienta. Es cierto que la acción transcurre en su mayoría en entornos cerrados -aunque hay algún que otro paseo por el exterior- pero ¡qué entornos! Cada habitación, cada túnel, cada cueva, cada visita en la superficie... Todo está repleto de detalles, de animaciones exquisitas, de texturas de excelente calidad, de efectos de humo y polvo como no he visto en otro juego, llámese Battlefield 4 o Crysis 3. ¿Algo por mejorar? Pues quizá los rostros de algunos secundarios, pero solo quizás. Este deslumbrante apartado gráfico cuenta con un acompañamiento musical bastante escueto, las melodías apenas se dejan oír muy de vez en cuando, recayendo todo el peso en los efectos ambientales, fx y en las voces, dobladas al castellano. En líneas generales, Last Light es un "vende gráficas" como hacía tiempo que no veía, con el mérito de verse así de impresionante en tarjetas de gama media.
También está bien provisto en cuanto a contenido. 4A Games tomó la acertada decisión de centrarse en la campaña para un jugador y dejarse de experimentos "multi" que tan imprescindibles se consideran hoy en día. Esto se ha traducido en una campaña algo más larga de los habitual en el género -alrededor de 12 horas en modo Difícil-, y al igual que la primera entrega hay dos finales diferentes dependiendo de las acciones que hayamos tomado a lo largo del juego. Es decir, es muy recomendable jugarlo por segunda vez, y a ser posible en el "modo comando" que elimina cualquier tipo de ayuda y de HUD en pantalla, siendo esta la experiencia definitiva de Last Light. Aparte, si posees la edición Complete, hay misiones totalmente independientes de la campaña, que nos ponen en la piel de otros soldados y situaciones del conflicto, y que más allá de ser un mero añadido curioso, ofrece unas cuantas horas extra de diversión. El hecho de no mezclar la campaña con estas misiones me ha parecido una excelente idea, porque no sé vosotros, pero estoy hasta el gorro de hacer secundarias en muchos juegos que lo único que consiguen es entorpecer la historia principal.
Metro: Last Light es, indudablemente, una continuación de muchísimo nivel. Los chicos de 4A Games han sabido evolucionar la fórmula original dando como resultado uno de los juegos más impresionantes e inmersivos que te puedas echar a la cara. Solo un par de aspectos como la IA en los momentos de infiltración, y algún que otro bug típico en plan "enemigo atascado", le impiden convertirse en toda una referencia dentro del género. Aún así, se trata de un título prácticamente imprescindible si te gustan los juegos con una ambientación especial.
LO MEJOR
Gráficamente es un juego, como poco, impresionante.
Las escenas de acción han experimentado una mejoría considerable.
LO PEOR
La burda IA estropea los momentos de infiltración.
Hay algunos bugs impropios de un título de este nivel.
NOTA: 76
Creeping.
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